Hace unas semanas, bajo el título “¿Te sobra tiempo?”, estuve invitado, por la Universidad del Valle de México (campus Puebla), como ponente a la conferencia dirigida a sus alumnos, docentes y administrativos.
Cuando inicié la plática, reflexioné en voz alta acerca del título. Se trataba de saber si alguien en el público consideraba que tenía tiempo libre para poder realizar aquello que se compromete a diario. Para ser honesto, estuve algo incómodo pues la respuesta que iba a escuchar era obvia: “No, no me sobra”.
Efectivamente, tan sólo dos alumnos (uno de cada sexo) alzaron el brazo cuando formulé la pregunta del evento.
Fue un pobre 1%; no me sorprendió. Tener tiempo libre parece, hoy más que nunca, ser un privilegio al alcance de una pequeña minoría. ¡Qué lástima!
Disponer de momentos libres para usarlos como te plazcan es la clave para revelar la capacidad que tienes silenciada en ti mismo y en tu organización, para aprender a evolucionar y adaptarte al futuro.
La gran mayoría de adultos que conozco no tienen tiempo para (casi) nada. Su agenda está saturada y todos ellos validan la estadística que deduce que deberíamos vivir 17 vidas para hacer todo lo que nos imponemos.
Nuestra falta de tiempo incide negativamente en todas nuestras acciones, sean del ámbito que sean:
ÁMBITO PRIVADO: sin tiempo para inspirarse y reflexionar. ¿Cómo podemos preguntarnos por nuestro bienestar, pedir apoyo para superar obstáculos o convencernos a acometer cambios en nuestro comportamiento y conducta?
ÁMBITO PROFESIONAL: sin tiempo para prestar atención y dialogar. ¿Cómo aceptamos las responsabilidades y el compromiso ético de dirigir una organización y a los colaboradores que la integran?
ÁMBITO SOCIAL: sin tiempo para observar y conectar con nuestro alrededor, ¿cómo nos auto-concienciamos para que el mundo sea más sostenible, tanto a nivel social como ecológico?
Por cierto, yo también levanté el brazo. Aprendí a los 30, cuando me di cuenta de su gran valor. Ahora, con 56, sigo cultivando qué hacer y dónde buscar para tener más tiempo y me dedico a concienciar y apoyar organizaciones a tener directivos y colaboradores más eficientes y efectivos mediante el logro de colocar más tiempo en sus vidas.
Una organización con gente sin tiempo libre, es una “desorganización”.