Queridas manos:
Lamentablemente estamos dejando de trabajar con vosotras. Ya no nos dais el fruto directo que años atrás nos ofrecíais. Es nuestra culpa. Lo sentimos.
En realidad, os hemos cambiado los utensilios de trabajo tradicionales. Ahora os ocupáis de sujetar o sostener el ‘smartphone’. El teléfono inteligente es, hoy en día, de lo que más os ocupáis. Lo hacéis de mil formas distintas. Y por cierto, muy bien. Casi nunca se os cae.
Ya os habréis dado cuenta, también, que nuestros ojos ya no os miran tanto. Una disculpa. Miramos al celular. Y lo hacemos durante más del 20% de las horas diurnas (más de 3 horas) y nuestra mente lo consulta una media de 221 veces al día.
No importa el lugar donde nos encontremos, el ‘smartphone’ casi siempre está sujeto por una de vosotras. Como consecuencia física inmediata, la que lo sujeta está permanentemente en uso, ocupada con él. A la otra, con abuso, le exigimos que haga todo el resto del trabajo diario. Incluso le pedimos, injustamente, que sepa conducir un coche.
¿Qué urgencia, qué necesidad, qué tan importante es aquello que queremos leer, escuchar o escribir que nos arriesga a manejar con sólo una de vosotras? Es la mezcla explosiva de dos adicciones muy peligrosas: al celular y a la urgencia.
Supongo queréis descansar. Y queréis volver hacer cosas como antes, como hacían las de nuestros padres y abuelos: cuidar plantas, cocinar, reparar y mantener nuestras casas, …, y acariciar.
“Reconozcamos que trabajar con vosotras, interconectadas con nuestra mente y corazón, es la evolución más elevada de nuestra especie” – nos dice Vandana Shiva -.
O simplemente queréis un descanso y leemos un libro, ¡os lo merecéis!