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Foto del escritorCarles Sorita

Y llegó el momento de salir de la cubeta


Le pedí a mi hijo que dibujara la fábula de los cangrejos mexicanos. Me la contaron hace unas semanas en una entrevista que tuve con un Director de Recursos Humanos. “Así nos vemos, y algo de verdad hay en ello”, - añadió” -

..."En una pescadería había 2 cubetas, una con cangrejos japoneses y otra con mexicanos. El vendedor explicó que tapaba los cangrejos japoneses porque cuando uno quiere escapar, comienza a apoyarse en los demás, y se empuja hacia arriba en otros y así sucesivamente, de tal manera que se forma una escalera hasta el borde y entonces el cangrejo se escapa. En cambio, la cubeta de los cangrejos mexicanos no hace falta que esté tapada, cuando uno está tratando de sobresalir, entre todos se encargan de jalarlo para abajo"...

Los sentimientos de envidia y de egoísmo no son exclusivos de los mexicanos, ni de ninguna otra nacionalidad. He vivido situaciones similares de este mal llamado síndrome. La falta de colaboración, motivada casi siempre por la poca confianza interpersonal y la casi nula empatía, originan tirria e individualismo que repercuten directamente al objetivo final; en este caso, salir de la cubeta.

Sin embargo, esas mismas opiniones, que erróneamente vemos como nuestras puras verdades, pueden cambiar con una clara voluntad abierta. También aquí, es en nuestro lugar de trabajo donde encontramos el espacio y la oportunidad idóneos para prototipar y, consecuentemente, evolucionar. Es el escenario adecuado para empezar el “ganar, ganar”. Se trata de aprender de las fortalezas para desaprender de las debilidades.

Aprender de virtudes reconocidas por todos, como son el ingenio y la improvisación del mexicano, y olvidar ciertas creencias personales que sólo las sostiene quién las transmite y defiende. Así lo hacen los chinos, con la confianza y los hindúes con el tiempo que se dedican a ellos mismos. Ambas fortalezas son ejemplos que proporcionan una inestimable ayuda y se traduce en crecimiento personal y colectivo.

Así pues, los creativos e intuitivos cangrejos mexicanos ya colocaron, desde hace tiempo, su escalera para salir de la cubeta. Ahora ha llegado el momento de dialogar y colaborar entre todos. No discutan ni debatan cómo hacerlo y, sobre todo, conózcanse bien para darse cuenta que en sus mentes y en las mentes de los demás hay pensamientos parecidos, por lo que las creencias culturales y opiniones personales entrarán en suspenso.

México ha entrado de lleno en una nueva coyuntura político-social que nos afecta a todos. Más que nunca nuestra economía, como parte de la global, se mueve por impulsos y, en estas circunstancias, la estrategia empresarial debe mostrar aceptación al cambio y estabilidad interior. Una consistencia que conmute la hostilidad por la armonía.

En las empresas hay diariamente oportunidades de participación para todos los colaboradores. Busca las tuyas, y compártelas. Sólo los grupos que las encuentren y se afanen en llevarlas a la práctica serán diferentes y desplegarán su futuro individual y el la organización en que trabajan.

Por cierto, al terminar, mi hijo me preguntó: - papá, ¿qué cangrejos son más ricos, los japoneses o los mexicanos?...


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