Hace unos días fui a comer a un nuevo y exitoso restaurante.
Ya saben que no les vengo a hablar de la calidad de la comida, tampoco de la excelencia del servicio de los meseros ni de otros colaboradores. Ni tan siquiera de la comodidad o del encanto del local que, por cierto, ese día estaba prácticamente lleno.
Después de sentarme en la mesa, y en tan sólo 10 minutos, me di cuenta del gran riesgo que corría el negocio: ‘morir de éxito’.
Una vez más, quise compartir mi sentimiento. Pedí al mesero que llamara al gerente, el cual me atendió rápido y muy educadamente.
‘- Buenas tardes, discúlpeme, ¿sabe lo que significa ‘morir de éxito’? -, le pregunté.
—No, no lo sé-, me contestó.
‘Morir de éxito significa que en el momento en el que las cosas van tan bien, no se sabe gestionar o asumir la responsabilidad que se debe tener en ese momento, y se cae en el fracaso’. – y añadí - ‘con todo respeto, es lo que percibo está empezando a pasar en este restaurante’
‘…Detecto colaboradores presionados y estresados por servir. No tienen libertad de acción y pierden excelentes oportunidades’.
‘Detecto colaboradores indispensables que originan ´cuellos de botella’. Algunos de ellos, ensimismados’.
‘Y también detecto colaboradores excelentes a la merced de otros. Aquellos que en este lugar nunca crecerán ni marcarán la diferencia'.
Me dijo que tendría en cuenta mis observaciones y me agradeció habérselas compartido.
No se las anotó.
Cuando las cosas te están yendo magníficamente bien (o terriblemente mal), hay ciertas trampas puestas en tu camino que debes obviar (o saber interpretar).
En un mismo escenario se encontraban los tres cebos capitales que todo líder deber tener en cuenta para no caer en ellos: la Hiperactividad, la Responsabilidad y la Dependencia.
Una de las causas más probable de padecer ‘una muerte prematura’ en un negocio es la combinación de una cantidad excesiva de trabajo, con una falta de educación sobre cómo cambiar conductas y comportamientos humanos.
El aprendizaje en nuevas actitudes es tan importante como el agregar tecnología, conocimiento y ‘hacer bien las cosas’.
Una organización inteligente, que evoluciona y quiere seguir existiendo, necesita también avanzar e innovar en relaciones humanas.
El cambio real y duradero proviene de la inspiración humana.