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Foto del escritorCarles Sorita

Abandona la competencia insana

A las 7 de la mañana, de lunes a viernes, créanme que las carreras de Monza o Le Mans son verdaderamente aburridas comparadas con las de las calles y avenidas que tomo para ir al colegio de mis hijos.


Es un absurdo “Grand Prix” que nadie gana, nadie subirá a lo más alto del cajón, ni será laureado. Ni tan siquiera, los que participamos en él, cruzaremos la misma línea de meta.


Algunos conductores parecen competir con ellos mismos y los demás. No aceptan ser segundo en llegar al siguiente semáforo y, por supuesto, incumplen muchas normas de seguridad vial poniendo en riesgo sus vidas y la de los demás. Obviamente, no es ninguna competencia. Entonces, ¿por qué quieren llegar el primero al siguiente semáforo?. Sus motivos tendrán.


Pero lo que más me inquieta es su comportamiento después de malgastar su energía al manejar de forma irresponsable. Y me pregunto: ¿cuándo lleguen al trabajo, dejarán de competir sin sentido? Mucho me temo que no lo hagan, y sigan queriendo ser los mejores, los que más saben, los que más ganan,...


Nunca me han gustado las competencias que causan o pueden causar actitudes poco éticas. Ni en casa, ni en la escuela, ni en la calle, ni por supuesto, en el trabajo. No creo en ellas, no generan creatividad, en cambio, si son originadas y/o derivan en celos, envidias, inseguridades, frustraciones y, finalmente, en un menor rendimiento del individuo y el colectivo al que pertenece.


La competencia no sana entre colaboradores, es una pugna que daña los objetivos de la organización y al bienestar del propio individuo. No siempre es creada por los directivos, a menudo, también se origina entre los mismos colaboradores; aunque los de arriba deben siempre dar ejemplo.


Desafortunada y frecuentemente, he visitado organizaciones con más hostilidades que armonía entre sus altos cargos. Aparecen síntomas de desconfianza secreta, en lugar de empatía. Ejemplos claros de mucha rivalidad y poca amistad.


La competencia sana entre los empleados puede ser una parte inevitable de la vida laboral de muchas personas y puede conducir a un mejor rendimiento. Pero los líderes deben asegurarse de que la competencia desate la creatividad y no el comportamiento poco ético.

¿Qué distingue las competencias que desatan la creatividad de las competencias que causan comportamientos poco éticos? Depende de cómo la competencia haga sentir a los colaboradores.


Pregúntales y escúchales, luego toma la mejor decisión. La ansiedad y la emoción son respuestas muy diferentes a una competencia. Más importante aún, estas hacen que las personas se comporten de manera diferente.


Abandona pues la competencia insensata. Empieza dando ejemplo en casa y en las calles.

Y te darás cuenta de que vivir mejor en el trabajo es posible.


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