El potencial oculto de un equipo, son aquellas fortalezas individuales desconocidas por el grupo. Sin ellas, el grupo malgasta energía, posiblemente desperdiciada por la arrogancia, los malos hábitos o el desconocimiento personal e interpersonal de sus integrantes.
Descubrir las fortalezas de un grupo es profundizar en las distintas personalidades de sus miembros, en sus valores, su futuro y sus relaciones personales.
Y no estamos en tiempos de desaprovechar energía, ni tiempo, ni talento; de estos recursos dependerá el rendimiento del equipo.
En mi opinión, la productividad de un grupo de personas depende de factores que están en nuestras manos mejorar:
- Cuanto más variados sean los tipos de personalidad dentro un equipo, mayor será su rendimiento potencial, siempre y cuando se eviten comportamientos egocéntricos, como cuando el ‘así soy yo’ (carácter) se confunde con el ‘así actúo yo’ (actitud).
- Otro elemento para considerar, son los valores. ¿Has preguntado a los miembros de tu equipo qué sistema de valores tienen? ¿Qué señala su brújula moral? ¿Si son más eficaces que eficientes? ¿Sus valores están en línea o son compatibles con la de la organización?
- La visión y la misión de cada miembro deben estar bien actualizadas. No se trata de planificar el futuro, aunque sí de tener intenciones y desarrollarlas.
- Finalmente está la responsabilidad por las relaciones personales con el resto de los miembros del equipo. La necesidad básica de comunicarse y cooperar para lograr resultados exige una actitud sincrónica con una misma conducta. Son distintas estrellas, en una misma galaxia.
En resumen, conocer las fortalezas, el sistema de trabajo y los valores de cada uno de los integrantes, conduce al éxito del equipo. Aunque los resultados sean buenos, podrían ser excelentes, si aprovechamos todas nuestras fortalezas.
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