A la mayoría de los propietarios y directores generales les encanta tener líderes talentosos, pero lo que más les satisface, con diferencia, es que éstos sepan cómo liderar dentro de la comunidad, especialmente con otros líderes, y no solo con el personal bajo sus responsabilidades.
Considerarse o que te consideren un líder, ha pasado a formar parte de esos calificativos y referencias que son mandatorios en un excelente CV de hoy en día. Incluso, si en una organización no te valoran como líder, quizá pudieras plantearte buscar otro trabajo.
Afortunadamente tenemos una extensa oferta de cursos, libros, conferencias y artículos en el campo del liderazgo personal, dando consejos y proponiendo teorías bien diversas con el único fin de llegar a ser un excelente líder a cualquier precio.
Pero, en mi opinión, el verdadero don del liderazgo en una organización empresarial no tiene que ver con el liderazgo personal, ni con lo que los líderes hacen o no deben hacer, ni con los logros obtenidos anteriormente. Se trata de comprender la realidad con sentido común y crear colectivamente un mejor futuro.
Todo empieza con la aspiración del individuo, en querer conseguir esos resultados que nos exige el día a día. Sin embargo, no estamos solos, y es aquí donde está el verdadero reto: cuando no eres el único líder en un grupo. A parte de escuchar, comprender, aceptar y empatizar con los demás, hemos de liderar en comunidad, con otros líderes y también con aquellos colaboradores que no quieren o no aspiran a ser líderes.
Liderar en comunidad no es tan difícil cuando todos los líderes dejan sus creencias y egocentrismos a un lado y trabajan por el bien de la organización, pensando y creando colectivamente. Y, desafortunadamente, eso no ocurre frecuentemente y es una de las ‘enfermedades’ más generalizadas en las empresas.
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